Cura sanita
Instalación, 2010
Las prendas de vestir son uno de los elementos más democráticos que existen desde el nacimiento del hombre. Toda la humanidad sabe lo que es sentir una segunda piel en su propio cuerpo.
Es comprensible utilizar ropa por necesidad. La experiencia de la naturaleza nos ha enseñado a abrigarnos cuando hace frío pero, la experiencia social, aquella producto de la historia, ha otorgado unas connotaciones a estos elementos de las que no se puede escapar ni negar. Por encima de su utilización como un elemento distintivo, la sociedad ha hecho de las vestimentas un salvavidas ante la vergüenza. La vergüenza de enseñar los defectos, las cicatrices; el retraimiento de dejar ver aquellos moratones que delaten al maltratador, de tener que escuchar lo feo que uno es.
Son muchos los motivos vinculados a la actualidad de porqué nos vestimos (nos ocultamos) de una forma casi inconsciente. Este proyecto profundiza en dos de ellos: los complejos físicos y los maltratos. Dos problemas que condicionan la forma de vestir del individuo, ya que tienen en común entre sí la ocultación del cuerpo, la utilización de las vestimentas como una segunda piel para no enseñar las “heridas” de las que se avergüenza el ser humano. Así, la ropa es un elemento que ofrece seguridad, comodidad y confianza ante las condiciones de relación con los demás.
Los elementos como tiritas, vendas, gasas,...son aquellos que se utilizan con una intención de querer sanar. Así, la acción de tapar una herida es un símil con la acción de vestirse: tapar la herida sin curarla, evitando que entre en contacto con el aire.